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Romance del Molino
de la Noria
poemas
La nana de María
© calixto torres
—Anda y cántale, María.
Cántale la nana aquella
de cuando el frío asomaba
y tiritaba una estrella…
Canta y que tu dulce voz
consiga que se adormezca
este Cordero de Dios.
Y la Virgen le cantó.
Le cantó la nana aquella…
y así Jesús se durmió.
—Acurrúcate, mi niño,
que la luna de diciembre
trae en las alforjas escarcha
que busca donde esconderse.
Ya el campo es cada mañana
un espejo reluciente
donde el sol viene a asomarse,
con alfileres rebeldes,
para que el arroyo siga
entre juncos combatientes.
Acurrúcate, mi vida,
que el frío no te despierte;
que el duendecillo del sueño
tararee su soniquete
mientras yo velo tu cuna
de paja seca y caliente.
Mientras contemplo en silencio
la quietud que a tiempo vierte
tu carita sosegada
que las estrellas enciende.
Acurrúcate, mi cielo,
pues no existe mayor suerte
que tenerte acurrucado
mientras el sueño te vence.
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